viernes, 7 de septiembre de 2012

RUBIELOS DE MORA 2012

De nuevo un cartel que nos resultaba familiar aparece por las calles de la nuestra ciudad
 

Se convoca a la celebración del 25 aniversario del mercado medieval de Rubielos de Mora (Teruel) así que marcamos ese fin de semana en rojo en el calendario y comenzamos los preparativos para corresponder como se merece a esta villa que tan bien nos trata siempre y sobre todo a nuestros hermanos templarios de Rubielos que como en años anteriores habían preparado un extenso programa de actos.
 

 
Las atenciones recibidas durante el fin de semana por todos los templarios comenzando por Jose el Maestre, Toni el Senescal, Miguel y Sergio los Mariscales, Jorge el Canciller, el Gonfalonier, los caballeros templarios Miguel, José Manuel, José Miguel y Simón Pedro, Valeriano el Sargento,
-          “¿qué pasa que no sabes cómo se llama el gonfalonier?”
      -         “Efectivamente no lo recuerdo, pero pienso subsanar este problema en la primera ocasión que tenga”
      -         “y los demás ¿qué?”
      -         “ya, es que no recuerdo todos los nombres”
y todos los demás caballeros me dejan sin palabras que puedan expresar todo el agradecimiento que desearía.
-          “¡No jodas que no tienes palabras!, ¿ya has terminado la crónica?”
-         “No tengo palabras de agradecimiento suficientes para todo lo que hicieron por nosotros y todas las atenciones y privilegios que nos dispensaron”
-          “¡Ah!, vale. Pensaba que era una excusa para no seguir escribiendo”
 
Pasados unos minutos de las ocho de la tarde del viernes arribábamos la de Castroponce y un servidor a los dominios del de la Civera y la de Beselga
-          “¡Jodo, pasadas las ocho!, ya está bien para ser un viaje de 40 minutos, ¡huevones!”
      -          “Tampoco había necesidad de llegar antes”
-          “Pero si os perdisteis hasta el pregón”
-          “Bueno, eso es cierto, al año que viene intentaremos resolver este pequeño desajuste”
El caso es que cuando llegamos el de la Civera tenía listo un aparcamiento en una nave próxima en previsión de que no encontrásemos lugar donde dejar nuestro vehículo. Descargamos nuestros enseres
-           “¡Enseres!, pero si parecía que os ibais a quedar a vivir”
-          “Podría decirse que básicamente llevamos lo necesario”
-          “¿Lo necesario?, una maleta, un bolsón, cuatro trajes medievales y bolsas con comida y bebida, ¿para día y medio?”
-          “El ajuar medieval requiere muchos complementos, una mujer requiere muchas posibilidades de vestuario, y los presentes siempre estar bien vistos donde te acogen”
Lo dicho, descargamos nuestros enseres y nos dispusimos a marchar hacia la taberna para paliar la sed y mitigar el asfixiante calor que acompañaba la jornada.
En las proximidades del hotel de la Villa nos encontramos con Ricardo, el primo del de La Civera, que estaba tertuliando con una pareja.
-          “Cuéntales quienes eran”
-          “Como voy a hacer tal cosa, si yo no los conozco”
-          “Ya, pero Ricardo si te dijo quienes eran”
-          “Correcto, pero no fue una presentación y si un chismorreo, así que dejaremos el tema hasta una próxima ocasión, si procede”
-          “Entiendo, no te interesa seguir con el tema”
El caso es que Ricardo los abandonó y nos acompañó, no sin antes ofrecernos su casa para tomar un vino y una pata de cabra. Agradecimos el ofrecimiento pero seguimos nuestro camino. No pudimos más que llegar hasta el hotel de los Leones porque allí tuvimos que hacer la primera parada para reponer líquidos.
-          “¿Reponer líquidos?, ¿Dónde los habías perdido?”
-          “Obviamente en el viaje”
-          “¡Que vienes de Teruel!, no de la Patagonia”
-          “Bueno, tomamos unas cañas porque nos apetecía saludar a los amigos”
-          “La tuya sería con gaseosa, ¡hombretón!”
-          “Efectivamente, caña con gaseosa”
Terminadas esas cañas, la mía con gaseosa, continuamos nuestro recorrido con intención de pasar por la herrería para saludar a los padres de la de Beselga y después continuar con las relaciones públicas y las cañas en la taberna. Las mujeres prefirieron prescindir de las cervezas y se marcharon hasta uno de los puestos del mercadillo medieval a adquirir unos ropajes que ya tenían en mente desde el año pasado.
-          “Y ¿qué mercaron las gastadoras?"
-          “Pues, unos camisones”
-          “¿unos camisones?, ¡vamos no me jodas!, que pasa que no hay lencerías en la capital”
-          “Si, pero es que esos camisones harán las veces de sayas en los medievales estivales, y no es encuentran en cualquier lencería”
Mientras, el de la Civera, su primo y un servidor cumplimentamos con el trámite de adquirir los tickets en la garita para canjearlos por consumiciones en la barra. Enseguida Ricardo fue requerido para solventar los innumerables problemas que tenían los distintos grifos de cerveza. Porque como la barra de la taberna era explotada por los jóvenes de la localidad y todos ellos eran voluntarios, tenían poca experiencia.
-          “Cuéntales el tema que ocupó buena parte de vuestra conversación”
-          “No procede, es largo de contar y no creo que los lectores tengan interés en él”
-          “Tampoco esto procede, pues vaya crónica más poco sustanciosa”
En aquellas estábamos cuando llegaron el de Lienda y la de Pérez de Azagra, que se incorporaron a la ronda de cervezas mientras esperábamos a las mujeres que llegaron con un par de bolsas amarillas con varias prendas de vestir que posteriormente repartirían entre ellas a su gusto.
Tomamos un par de cervecitas más y decidimos visitar el campamento templario para conocer de primera mano los actos en los que deberíamos acompañar a nuestros hermanos de Rubielos.
Como quiera que el de la Civera y la de Beselga tenían que participar en la obra como actor uno y como bailarina la otra se quedaron en la plaza y no vinieron con nosotros.
-          “No será que no querían que los viéseis actuar y por eso buscaron la excusa para que os marcharais”
-          “Pues no creo, ya los hemos visto en otras ocasiones"
-          “Y por qué tanto insistir”
-          “Porque el horario de la representación hacía que la cena estuviera muy comprometida porque no daba tiempo antes de la obra y después sería tarde”
-          “Ah ya y por eso os fuisteis a ver a los templarios para que os invitaran a cenar”
-          “Pues tampoco, ya que aunque no teníamos reserva en ningún restaurante la primera intención era saludar, recibir información y marchar de allí”
El caso es que desmontamos la herrería y nos llegamos al campamento abandonando a los actores en sus quehaceres con los preparativos y pruebas de sonido.
Saludos, abrazos y cervezas fueron la bienvenida dispensada, al poco de estar allí nos empezaron a agasajar con varios platos de jamón y de queso fundido.
-          “El jamón estaba cortado con hachuela y los platos estaban cubiertos de unas tajadas poco glamurosas”
-          “Hombre, tampoco hay que exagerar, sí que es cierto que no eran virutas al uso, pero de ahí a decir que estaban cortadas con hachuela”
-          “La verdad es que no debía estar muy malo cuando no dejasteis ni un gramo de jamón. Y del queso, ¿qué me dices?, el mismo del año pasado.”
-          “El queso estaba espectacular. No me importa en absoluto que repitieran este plato y es más, espero que el año que viene podamos volver a degustarlo”
No nos dejaron pagar ninguna de las rondas de las consumiciones y por eso tuvieron que explicarnos su idea de los Rubus de manera ficticia. La idea es poner en funcionamiento una moneda acuñada por los caballeros templarios de Rubielos y que tiene un valor de 1 € y que sirve para pagar en la barra del campamento y en algún otro establecimiento de la localidad.
En determinado momento se acercó a nosotros el Maestre y sin dar opción nos dijo que nos quedábamos a cenar.
-          “Bien, ya habíais conseguido lo que perseguíais”
-          “Te repito que esa no era nuestra intención, aunque la autoridad del Maestre no dejaba más opciones”
-          “Pero no pensarías cenar en bermuditas y tirantes”
-          “Pues no, por eso enseguida nos brindamos a irnos a casa y cambiarnos de ropa para estar más adecuados al local en el que nos encontrábamos y mostrar el respeto debido a nuestros anfitriones”
-          “No sería que con esas pintas no os dejaban estar allí”
-          “No le dimos más vueltas, ni discutimos lo más mínimo, rápidamente fuimos a cambiar nuestros ropajes”
Lo dicho, marchamos del campamento a casa de los de la Civera y apareció el Maestre Sancho López de Lienda y la beguina Aldonza Pérez de Azagra y el Mariscal Fr. Galcerán de Tirwal y la beguina Matilda de Castroponce y nos llegamos de nuevo al campamento.
Cuando llegamos, enseguida nos ubicaron en una de aquellas mesas dispuestas para la cena y nos sirvieron una ensalada de tomate y pepino y un plato por cabeza de patatas fritas con lomo troceado y huevo, para complementar el menú una bandeja de carne asada, que quedó prácticamente intacta y unos platos de queso fundido, que quedaron prácticamente vacios, para postre melón cortado por el senescal de un certero golpe de espada y algo más de fruta.
Estaba llegando a su fin la cena cuando uno de los sargentos se acerca a nuestro grupo y nos pregunta si alguno de nuestros hermanos llegaría al día siguiente desde Teruel, ante nuestra respuesta afirmativa su semblante pasó del desasosiego al alivio, nos comentó la necesidad de pedirle un favor así que rauda como caballo percherón la de Azagra toma el teléfono y contacta con el de Toroel, tras los primeros saludos pasa el teléfono al sargento templario quien solicita el transporte de 2 bolsas de escamas de hielo para los mojitos, 4 sacos de hielo en cubitos para lo demás y recoger los presentes que se habrían de entregar en los actos correspondientes, el de Toroel se brinda a hacer el favor y quedan emplazados para el día siguiente en el lugar que el sargento tenía previsto para ello.
-          “¿2 bolsas de escamas y 4 sacos de cubitos? Era el primer día, y ya no tenían hielo”
-          “A lo mejor ya tenían previsto bajar a Teruel a por todo ello”
-          “El sargento dijo que habían hecho corto”
-          “No sabemos cuáles eran sus planes ni sus provisiones, en cualquier caso poco cuesta echar una mano.”
Resuelto el problema del hielo disfrutamos de una entretenida sobremesa departiendo con el Mariscal Templario y degustando un par de mojitos
-          “¿Sobremesa? Pero si no había ni café”
-          “¿Café? Sería lo único que faltaba, porque de todo lo demás teníamos por castigo.”
-          “¿Mojitos? Eso no es muy medieval que digamos ¿no?”
-          “Probablemente no, pero desde luego resultaban de lo más apetecible por el calor que hacía”
-          “¿Par de Mojitos? ¿Es literal o es una forma de hablar?”
-          “Literal. Cada uno de nosotros se empujó dos mojitos de a tercio y porque teníamos una actuación a la que asistir sino seguimos con alguno más”
Concluida la sobremesa teníamos que acompañar a nuestros anfitriones hasta el portal del Carmen donde se iniciaría el desfile de antorchas, así que cada uno de nosotros tomó una y marchamos a discreción hasta el lugar de la convocatoria.
Llegados al portal encendimos nuestras antorchas y fuimos ocupando el lugar en el desfile que nos indicaba el Mariscal, los tambores abrían comitiva y a continuación el Maestre, el Senescal y el Capellán, tras ellos el Mariscal y el resto de los hermanos y al final mi Maestre y yo, cerrando la comitiva sus mujeres y nuestras beguinas. 
-          “Pero como puede ser que el Maestre vaya al final”
-          “Porque no va en calidad de tal sino como un hermano de una encomienda invitada”
-          “Y esas antorchas. Pero si tienen menos de un jeme de madera, el resto es hueco, solo tienen cera”
-          “Bueno, hacen su papel, a lo mejor no duran demasiado pero suficiente para todo el recorrido”
Iniciamos el desfile por las calles de la villa en dirección a la Iglesia del Hospitalico. Antes de llegar el de la Civera se incorporó a la comitiva tomando la antorcha del maestre y flanqueándolo por su izquierda.
-          “Pero no habíamos quedado que estaba actuando”
-          “La representación había concluido y tras llegarse a casa a cambiar sus ropajes de señor de Jérica por sus hábitos templarios se incorporó al desfile”
Al llegar al Hospitalico fuimos depositando las antorchas en un cubo habilitado para tal fin y entramos, las mujeres ocupaban los bancos situados a la derecha del altar, los caballeros templarios de Rubielos ocupaban un banco a la derecha y otro a la izquierda, el Senescal, que era quien dirigía el acto de elección del nuevo Maestre, se dirigía al público desde un atril ubicado a la izquierda del altar mientras que al otro lado tras una mesa registraba lo acontecido el canciller de la encomienda, frente al altar en un banco destinado a los testigos estábamos el de la Civera, el de Lienda, un servidor y el candidato a Maestre y de fondo, el canto de un tenor que participó en varios momentos del acto acompañado del sonido del órgano.

 
Comenzó el acto con la elección del Maestre, cada uno de los caballeros se acercaba a una mesa ubicada en el centro del cuadro y tras decir su nombre y su cargo escribía en un papel el nombre del nuevo maestre y lo introducía en un yelmo, uno tras otro procedía de igual manera, hasta que todos hubieron hecho su elección. El yelmo es llevado hasta el canciller quien notifica el resultado.
-          “Dos cosas me llamaron la atención"
-          “A ver cuáles son”
-          “La primera que el candidato a Maestre no emite su voto”
-          “Eso solía hacerse porque se podía elegir a personas ajenas a esa encomienda, que se encontraban lejos y que estarían en desventaja frente al que estuviera presente”
-          “Bueno, lo entiendo, no me parece adecuado que uno no se pueda votar a si mismo considerándose el más válido, pero lo acepto”
-          “Y la segunda”
-          “¿Por qué todos utilizaban una espectacular pluma de ave para escribir pero ninguno de ellos mojaba en el tintero?”
-          “Es cierto que la pluma era espectacular pero debes tener en cuenta que estamos en una representación teatral y la posibilidad de tener un accidente con la tinta en una iglesia con ropajes y libros de valor desaconsejan su uso”
Tras la elección del Maestre, éste pasó a presidir el acto y comenzó la segunda parte, de nuevo uno tras otro los caballeros fueron saliendo al centro de la iglesia, arrodillándose sobre un cojín, colocando su mano izquierda sobre la biblia y diciendo su nombre y cargo fueron jurando lealtad al nuevo Maestre. Todo ello fue registrado y anotado por el canciller que dio fe del proceso del que nosotros fuimos testigos.
Terminado el acto abandonamos la iglesia del Hospitalico y mientras las señoras se dirigían a casa a cambiarse de ropa, los caballeros nos dirigimos al campamento templario.
-          “y ¿no viste la peana?"
-          “¿qué peana?"
-          “La que hizo Manuel Baselga, el herrero de la encomienda, para el paso de semana santa”
-          “No, no la vi. Es más no sé ni donde estaba”
-          “Pues detrás de ti. Menos estar pendiente de si se moja tinta o no y más atención a las obras de arte”
-          “Bueno tendré que buscar un momento para visitar la peana”
Una vez en el campamento, nos tomamos una cerveza y nos despedimos de los caballeros templarios que tras un largo día se empezaban a retirar a sus aposentos para recuperar fuerzas para la jornada siguiente.
Nosotros decidimos dirigirnos a la taberna, pero una vez allí la verbena había comenzado y su estruendosa música hacia incómoda nuestra estancia, así que decidimos marchar hacia la posada donde su terraza sería mejor lugar para degustar un par de cubatas.
-          “¿Lo del par de cubatas es literal?”
-          “No, esta vez es una forma de hablar”
Resulta que una vez allí nos encontramos con nuestras mujeres que habían regresado con ropas menos medievales y degustaban sendos combinados. Pedimos unos cubatas y enseguida nos agasajaron con unas patatas asadas recién sacadas del horno acompañadas de ajonesa que estaban de rechupete.
-          “Os pusisteis hasta las trancas de patatas asadas”
-          “A decir verdad, yo me comí un par”
-          “Y el resto”
-          “Yo creo que todos, menos la de Azagra, probamos en mayor o menor cantidad”
-          “Ya, pero ¿el de la Civera?”
-          “Bueno ese sí que les dio un buen tute”
-           “Claro, ¡como había actuado!”
-          “Pues sí, no pudo cenar por la actuación y seguramente las patatas le ayudaron a sobrellevar ese par de cubatas”
Terminadas las patatas y los cubatas decidimos regresar hasta la taberna. Cuando llegamos comprobamos que el ambiente y la música eran bastante más agradables con que pasamos de nuevo por la casetilla de expedición de tickets y adquirimos los correspondientes para tomar unas cuantas consumiciones.
Acodados en la barra estábamos el de la Civera y un servidor cuando se acerca hasta nosotros Sergio el Mariscal templario de Rubielos y solicita hablarnos en privado, nos separamos de la barra y nos explica una idea que lleva entre manos y a la que nos cursa la correspondiente invitación.
-          “Cuéntalo todo”
-          “Es un tema privado, no creo que a nadie más le interese”
-          “Ah ¿y lo de las patatas no es privado?, ¿a alguien le interesa?”
-          “Bueno es un evento que como Maestre de los Templarios de Castellón está preparando para realizar en Peñíscola.”  
-          “¿Ya está? Ese es todo el misterio”
-          “Poca información más tenemos, esperamos recibir más en los próximos días”
Terminada esa conversación y algunas visitas más a la casetilla de los tickets y pasando de las 5 y media decidimos retirarnos a nuestros aposentos con la firme voluntad de levantarnos a las 10 para almorzar.
-          “y ¿qué pasó por la noche?”
-          “Nada, los mojitos que son muy traicioneros”
A eso de las 9 y media el de Toroel ya estaba en Rubielos con los encargos hechos, el de Lienda y la de Azagra ya estaban despiertos y los demás encamados hasta bien cercanas las 11, que fue cuando la casa se puso en funcionamiento, la de Baselga a la herrería, el resto desayuno, ducha, y salida hacia el ayuntamiento para participar en el capítulo templario que tendría lugar a las 12. Ataviados con toda nuestra impedimenta salimos de casa, atravesando el mercado hasta que nos encontramos con una amable joven
-          “¡una amable joven morena que tenía un par de …!”
-          “Ojos, tenía un par de ojos bien bonitos”
-          “Eso, un par de ojos bien hermosos” 
Y nos dijo que la salida se haría desde el campamento templario, media vuelta y hacia el campamento. De pronto en una esquina con encontramos con el pendón de la Villa
-          “¿con quién os encontrasteis?”
-          “con quien, no, con qué”
-          “¿no has dicho el pendón?”
-          “si, el pendón, el estandarte de la villa de Rubielos” 
Pues eso, nos encontramos con una pareja que portaban el estandarte de la Villa y nos dijeron que la salida era desde el ayuntamiento, media vuelta y hacia el ayuntamiento. Llegamos al patio de la casa de la villa, nos despojamos de cascos, crespinas y capas y esperamos, comenzó a llegar gente, departimos unos momentos con nuestro amigo Marcos de Alcora, con el alcalde de Teruel y con el de Rubielos, hasta que un enviado templario nos indicó que la salida se haría desde el portal de San Antonio, así que nos ataviamos de nuevo y marchamos hasta el lugar indicado.
En extramuros de la Villa se encontraban todas las encomiendas invitadas y en determinado momento el Senescal Templario indicó el orden de salida Teruel, Alcora, Alfambra y Val de Uxó. Comenzamos el desfile hasta el ayuntamiento donde el Maestre Templario de Rubielos como anfitrión recibía a cada una de las encomiendas que era invitada al patio del ayuntamiento donde partiría un nuevo desfile que nos llevaría hasta la iglesia de Santa María.
Abrían paso los tambores, tras ellos los templarios de Rubielos y después el resto de la comitiva en el mismo orden que habíamos traído.
-          “¿y no vas a contar lo del templario de honor?”
-          “sí, pero todavía no hemos llegado a eso”
-          “y tampoco ¿cómo aparece en la iglesia?”
-          “Vale, lo cuento”
Al pasar por la herrería se incorporan en nuestras filas, Manuel Baselga y su esposa Adela, a la sazón padres de nuestra Beguina Alda de Beselga, quien en compañía de la de Castroponce escoltan a los invitados. Llegados a la puerta de la iglesia estandartes y Maestres de las encomiendas esperan fuera de la iglesia mientras que el resto entramos a ocupar los bancos correspondientes. Entran las mujeres de Rubielos y tras ellas nosotros, ocupamos el segundo banco a la derecha, Manuel, Adela y las beguinas ocupan el tercero
-          “cuenta lo del baile de los bancos”
-          “Eso no tiene importancia”
-          “¿cómo que no?, la veteranía es un grado, para que venga un recién llegado y decida que ese banco está reservado para autoridades”
-          “Eso nos dijeron y tuvimos que cambiarnos a otro banco lateral porque todos estaban ya ocupados”
-          “Y luego con la llegada de todos los gonfaloneros, les tuvisteis que dejar el sitio”
-          “Parece que aquel era el sitio destinado para ellos. Menos mal que al final llegó el Maestre y nos reubicó en el banco inicial”
-          “¡cómo que es el mismo que habéis ocupado siempre!”
-          “Ya pero las cosas pueden cambiar, puede haber otros compromisos”
-           “Al final, las aguas volvieron a su cauce”
Siguen entrado el resto de las encomiendas y al final cada uno de los Maestres con sus estandartes que ocupan un lugar privilegiado en el altar.
Como de costumbre el marco para el capítulo era inmejorable, dando la bienvenida un grupo de armas compuesto por yelmo, hacha y espada, presidiendo la mesa del altar, frente a ella cuatro reclinatorios con las capas para los candidatos, detrás tres escaños para el Maestre, el Senescal y el Capellán, a ambos lados dos grupos de tres lanzas atadas en trípode con sendos estandartes blanquinegros y escudos a sus pies, una mesa para los cinturones y las limosneras a la izquierda y un soporte para las espadas de los candidatos a la derecha. En lo más alto de las escaleras el Gonfalonero de Rubielos con el estandarte blanco y negro de la Encomienda y tapando las balaustradas del altar telas blancas y negras y ocho enormes centros de flores en tonos rosas y blancos.
Comienza el capítulo templario en el que se incorporarán a la encomienda cuatro nuevos miembros que saliendo de la sacristía acompañados del Mariscal y del hermano más veterano se dirigen hasta el coro, donde son preguntados por sus intenciones, tras esto se acercan hasta el altar donde son recibidos por los notables de la encomienda que se dirigen a ellos, Mariscal, Senescal, Comendador, Capellán y Maestre, les exponen las características y condiciones del paso que están dando y les colocan, la espada, la limosnera, la cruz y la capa, el Gonfalonier pasa el estandarte por los candidatos para que lo besen. Para finalizar se reúnen todos los caballeros templarios en círculo delante del altar y realizan el juramento de la encomienda.
-          “Ya veo que no piensas hablar nada de Pilar”
-          “Estoy describiendo el capítulo, no quería mezclar dos cosas”
-          “Pero es que eso forma parte del capítulo, y una parte muy importante”
-          “Eso es cierto, el marco escénico y la voz de Pilar provocan sentimientos muy especiales”
-          “¡buena envidia que te da!”
La representación es aderezada por la voz de Pilar de Alcora, que desde un púlpito elevado situado a la izquierda de la nave principal interpretó varias obras, entre ellas un Ave María de manera espectacular.
-          “¿y por qué no aplaudiste?”
-          “Porque nadie lo hizo”
-          “¿y qué?, ¿no tienes personalidad suficiente para hacer lo que consideres adecuado?”
-          “Es que no sé si es adecuado, luego me dijeron que no se aplaudía. Y además el narrador intervenía demasiado rápido tras los cantos"
-          “por lo menos quedarías bien y felicitarías a Pilar en persona”
-          “Por supuesto, ella fue la que me dijo que ahí y en las saetas no se aplaude”   
Para concluir, los caballeros de Rubielos quisieron homenajear a todo el pueblo y en representación suya decidieron nombrar Templario de Honor a Manuel Baselga, herrero de Rubielos, para ello lo identificaron entre el público, lo colocaron delante del altar y lo vistieron con sobrevesta y capa templarias.

 
Un emotivo aplauso de todo el pueblo a un hombre que sin duda se merece este reconocimiento dio por concluida la ceremonia. Antes del desfile, Manuel, el templario de honor, se tomó algunas fotos con la encomienda y con la familia y después se formó de nuevo la comitiva para desfilar hasta una nave municipal donde se serviría la comida.
Nuestra encomienda decidió volver a casa a dejar impedimenta militar y vestir ropajes civiles más cómodos y apropiados para el momento.
-          “ya, fuisteis a casa y volvisteis sin parar en ningún sitio”
-          “No, paramos a tomar unas cañas”
-          “¡Qué raro!”
-           “Hacía muchísimo calor y paramos a tomar unas cañas en el hotel Los Leones”
Cuando llegamos a casa la de Azagra nos estaba esperando toda airada porque había recibido noticias de la de Castroponce diciéndole que la comida estaba en la mesa y que ya estaban empezando
-          “¡qué estamos en Rubielos! Que aquí nadie come a la una y media”
-          “Ya pero eran casi las dos y a lo mejor la gente ya empezaba a sentarse”
-          “En Francia y Alemania puede, pero aquí, no me lo creo”
El caso es que para acelerar nuestra llegada tomamos el carruaje descapotable del de la Civera y los cinco como piojos en costura marchamos hacia la nave.
Cuando llegamos el Maestre de Rubielos nos indicó cual era nuestra mesa y allá que fuimos no sin antes pasar por barra para tomar una cerveza y unos vasos de sangría.
-          “¿Vuestra mesa? Pero si no tiene más que mantel, todas las demás tienen cubiertos, servilletas, vasos y botellas de vino, y la vuestra nad
-          “La de Castroponce nos dice que acaban de desmontarla”
-          “Vale y ahora la tenéis que montar otra vez” 
De pie estábamos en torno a nuestra desierta mesa cuando el Maestre nos ve y nos indica que esa no era, que nuestra mesa es la de delante. 
-          “Vaya torpes que sois”
-          “Bueno, a lo mejor cada uno se montaba su mesa, tampoco sería nada raro”
-          “Pero, como os iban a hacer eso los de Rubielos”
El caso es que ocupamos nuestro lugar en la mesa próxima a la presidencia y desde allí nos desplazamos a por varios vasos de gazpacho fresquito y varios platos de guisado de carne todo ello acompañado de vino Rubus, cerveza y sangría.
-          “Haría calor en esa nave con casi 200 comensales”
-          “Pues lo cierto es que sí”
-          “Y no me digas más, lo pasasteis a fuerza de sangría”
-          “Bueno, eso y además nos quitamos las crespinas y gracias a las ligas pudimos remangarnos las calzas y dejar nuestras piernas al aire”
-          “¡vaya espectáculo!
Durante el transcurso de la comida varios caballeros templarios, además del Maestre y del sargento Valeriano se acercaron en numerosas ocasiones para ofrecernos repetir de cualquier cosa que nos apeteciera.
-          “Hombre, Valeriano venía porque le habíais resuelto el problema del hielo”
-          “Imagino que no sería por eso, puede que influyera pero desde luego no podemos tener ninguna queja de ninguno de ellos”
-          “ya, pero ¿y lo del hielo?”
-           “Los favores no se hacen para pasar factura de ellos, ni esperando nada a cambio”
Para concluir, y como viene siendo habitual en este tipo de encuentros, se procede a la entrega de medallas y obsequios. Se entregó medalla de los templarios de Rubielos al Alcalde de Teruel, bastón de mando a los Alcaldes de Teruel y Rubielos y quedó pendiente al de Alfambra, se entregaron platos de recuerdo a Raquel Esteban, a Pilar de Alcora, al Capellán, a la dueña del solar donde su ubica el campamento, al bodeguero del vino Rubus, a las encomiendas de Teruel, Alfambra, Alcora y Val de Uxó, a los tambores y al ayuntamiento de Rubielos y por su parte la encomienda de Rubielos recibió un presente desde Alfambra.
-          “Esos platos son los que trajo el de Toroel, ¿no?”
-          “Efectivamente, esos son”
-          “Pero si son de la competencia, ¿cómo os habéis prestado a eso?”
-          “El qué sabía, ha ido donde le han dicho”
-          “Pero hombre, ¿cómo los encargan ahí?”
-          “Eso es cosa del ayuntamiento y cada uno compra donde más le conviene o más le gusta”
-          “Pues son feos ¿eh?”
-          “Bueno para gustos los colores"
En determinado momento tomó la palabra Miguel, el Mariscal, y reconoció el trabajo de José el Maestre y Toni el Senescal desde el inicio de la encomienda hace 10 años hasta el día de hoy, los llamó a su presencia y les hizo entrega de una medalla a cada uno, tomó la palabra el Senescal y comenzó a expresar su agradecimiento pero la emoción le impidió terminar, el Maestre hizo lo propio y le ocurrió algo parecido.  
Terminado el acto, nos despedimos de nuestros amigos de Alcora que debían marchar a otro evento medieval en tierras de Almansa
-          “Os despedisteis de los de Alcora y ¿ya está?”
-          “Hombre, no. Ellos nos convocaron para su evento medieval de finales de noviembre y nosotros para la partida de Diego de principios de Octubre”
-          “Ya me parecía a mí que solo un adiós era demasiado frío” 
Decidimos acercarnos al Hotel de Montaña donde tomaríamos un cubata mientras las beguinas se llegaban hasta casa para descansar un poco la vista. Nos aposentamos bajo una sombrilla en los jardines del hotel, pero en cuanto desaparecieron las nubes el calor se hacía insoportable y decidimos pasar al interior del hotel donde el aire acondicionado hacía más agradable la estancia.
Terminado el cubata decidimos llegarnos a la posada a tomar otro combinado y tras él algunos más por el mercado hasta que llegamos al campamento templario donde con un mojito departí agradablemente con Jorge, el Canciller templario y autor de las obras que se representan durante el fin de semana medieval.
-          “y ¿de qué hablaste?, ¿no sería de teatro?”
-          “Pues no, hablamos de manualidades medievales”
-          “Ya, estuviste sonsacándole trucos para los pergaminos”
-          “Estuvimos intercambiando ideas y experiencias”
-          “Ah, un profesional como él y un mindundi como tú ¿intercambiando ideas?”
-          “Pues sí, él me hablaba de sus dibujos y yo de mis cálamos y materiales”
Allí estábamos tranquilamente reinvirtiendo nuestros rubus y demás moneda fraccionaria en cervezas cuando el campamento fue invadido literalmente por la banda de tambores y bombos de la villa que amenazaron con no parar de tocar hasta que se les invitara a unas cervezas, rápidamente los templarios de la barra comenzaron a sacar botes y vasos y entre todos ayudamos a repartirlos con la mayor diligencia.
En determinado momento el de la Civera y un servidor solicitamos al Maestre y al Senescal de Rubielos que nos acompañaran a la mesa con la intención de comunicarles una idea para la fiesta medieval de Teruel que se celebrará en febrero.
-          “y qué fue eso que era tan secreto”
-          “No era secreto, era privado”
-          “y por eso echasteis a las mujeres de vuestro lado y no las dejasteis participar en la conversación”
-          “No las echamos, simplemente requeríamos un poco de intimidad para exponer la idea”
-          “¿y cuál es esa idea íntima?”
-          “Ahora no puedo contar más, pero con la aceptación de ellos y las modificaciones que les propongamos nosotros es fácil que haya que contarlo en otro momento”
Como quiera que el Senescal de la encomienda precisaba la mesa en la que estábamos sentados nosotros para preparar su megabocadillo decidimos no molestar e irnos a pasear por el mercadillo.
Cuando la de Beselga nos lo indicó acudimos a recoger todos los bártulos de la herrería y nos acercamos a degustar la cena con que nos iban a obsequiar, de nuevo, los caballeros templarios de Rubielos.
Cuando llegamos al campamento allí estaban nuestros hermanos de Concud y ni que decir tiene que en cuanto el Maestre se apercibió de nuestra presencia nos instó a que pasáramos al interior de la haima y tomáramos una porción del megabocadillo que habían elaborado y que constaba de 7 cañadas de unos 70x40 cm rellenas de jamón y queso untadas con tomate.
-          “te pondrías como un cerdico con el bocata”
-          “Pues sí, me comí dos porciones"
-          “¿dos porciones?, ¿y eso cuánto es?”
-          “Pues como a mí la parte del borde me va poco, cogí del medio y cada porción de esas era un cuadrado de una cuarta de lado”
-          “y cerveza ¿no?,
-           “Pues sí, varias de ellas cayeron”
-          “Lo que decía, ¡como un cerdico!”
Tanta cerveza me obligó a visitar los aseos para desbeber lo ingerido y a mi vuelta me encontré en el campamento con el hermano del Bearn y familia que degustaban el megabocata.
Al final instalamos nuestro botarrón sobre la barra y escanciamos nuestro noccino con el que ligeramente pudimos corresponder a tanta atención.
Cuando terminé con mi cena llegaron hasta mí Jorge, el canciller, y un hermano templario llamado Felipe, que yo no conocía, que me dijo que era de Cartagena y que había conocido la localidad en una viaje anterior y que al enterarse de la fiesta había decidido volver a la villa, estuvimos hablando del temple y demás medievaladas y al final me enseñó en su móvil las fotos de una capilla templaria que estaba construyendo en la parcela de su propiedad allá en Cartagena,
 

planta octogonal y 3,14m de radio como no podía ser de otra manera, contrafuertes, piedras con argamasa y cubierta de madera con teja árabe, suelo ajedrezado en blanco y negro y las paredes blancas esperando a recibir los frescos que las decorarán. Después de tal demostración de puesta en práctica de los estudios templarios, decidimos acercarnos hasta la plaza para presenciar el toro jubillo. El de la Civera y las beguinas decidieron acudir a casa para cambiarse de ropa y estar más cómodos en el momento del toro.
La de Beselga pensó donde sería el mejor lugar para ver el toro.
-          “¡como que pensó!, no le quedo más remedio”
-          “Bueno a la vista de las posibilidades, decidió qué hacer”
El caso es que nos metimos en el Hotel Los Leones para ver pasar el toro de fuego por la puerta y así ocurrió en repetidas ocasiones, hasta que pasando de la 1 y media decidimos retirarnos a dormir a pesar de que el toro todavía no había terminado.
Sobre las 9 y media nos despertamos, ya marchaban los de la Civera para montar la herrería así que el maestre y yo nos arreglamos y en un periquete estábamos listos
-          “¿el maestre en un periquete? No me lo puedo creer”
-          “Bueno es cierto que le costó un poquito más de un periquete, pero en seguida pudimos salir de casa”
Marchamos a la herrería y dejamos a las beguinas terminando de limpiar las uvas y de recoger la casa. Al llegar dispusimos todo para degustar las típicas migas que los Baselga preparan para sus familiares y amigos.
Rondarían las 11 cuando llegaron las beguinas con las uvas y se empezaron a repartir migas con huevo frito y uvas. Unas ensaladas con tomate y pepino recién cogidos de la huerta y un poco de pepino en adobo completaban el menú. Para concluir un poco de noccino, un poco de prunnelle y a recoger los restos del almuerzo.
En compañía de los de Lienda y del de la Civera hicimos una última visita al mercadillo medieval y tuvimos tiempo de ver terminar el ajusticiamiento del asesino del Maestre Templario en el ayuntamiento de la villa.

A nuestro regreso a la herrería solicitamos a Manuel Baselga que nos acompañara a la Iglesia del Hospitalico para ver, por fin, la peana
-          “ya no quedaba más día para visitar la peana”
-          “Deseábamos que nos acompañara el autor para que nos explicara todos los detalles”
-          “que excusa más barata, no estuvisteis con él en todo el fin de semana para pedirle antes que os acompañara”
-          “Teníamos que estar todos juntos para aprovechar una única visita, y eso si que fue difícil”
-          “si claro, tanta cerveza y tanto cubata no os dejaban tiempo para el arte”
Llegamos a la iglesia del Hospitalico, Manuel introdujo la llave en la cerradura y la giro hasta tres veces, entramos en la iglesia, desierta ahora, y que el día anterior había servido de marco para la elección del Maestre, entonces abarrotada. Entró Manuel y tomo un enchufe de un foco y lo conectó, con aquella luz nos fue explicando la obra de arte en forja que teníamos ante nuestros ojos, una peana cuadrada con las estaciones del vía crucis en tres de sus lados y en el principal la representación de la última cena. Un trabajo espectacular, con un sinfín de detalles que seguramente exigirían ver la peana varias veces para darse cuenta de todos ellos.

 
Terminada la explicación sobre la peana, Manuel nos enseño un cuadro de un Ecce Homo que puede verse por delante y por detrás.
-          “No será como el restaurado de Borja”
-          “No, este fue restaurado en su día a partir de un estandarte y enmarcado para verse por ambos lados”
-          “¿cómo va a verse un cuadro por delante y por detrás?”
-          “Ese era el problema que no podía colgarse porque entonces no se vería por detrás”
-          “pues vaya chapuza de restauración, sino se puede ver completo”
-          “Había que buscar una solución y esa la dio de nuevo Manuel Baselga, construyendo un pie giratorio que permite ver el cuadro por delante y por detrás”
También nos contó la historia de la donación del Cristo del siglo XVII que preside el altar y que ahora pretendía ser recuperado por la familia de los donantes.
Salimos del Hospitalico y nos dirigimos hasta la taberna para despedirnos de los de la Civera y marchar hasta casa para recoger todos nuestros enseres y emprender camino de regreso hasta Teruel
-          “Y con semejantes atenciones, ya habrás marcado en el calendario el fin de semana del año que viene”
-          “Pues a poco que las cosas se den medio bien no dudes que tengo previsto regresar al año que viene”
-          “Siempre que te alojen los de la Civera y te admitan los templarios de Rubielos”
-          “Efectivamente, hay que hacer las cosas como Dios manda”
-          “Y algo tendrá que decir la de Castroponce”
-          “Bueno, si la de Castroponce no dice nada en contra, si los de la Civera nos alojan, si los templarios nos admiten y las cosas se dan medio bien al año que viene regresaremos a este viaje por el medievo”